He vuelto. Tampoco es que me haya ido mucho tiempo o que me haya ido a secas, pero he vuelto de un sitio en el que estaba encerrada y centrada, rodeada de apuntes, cosas que hacer y facturas que pagar. He vuelto de un cuarto lleno de ansiedad, subrayadores color pastel agotados y una mente saturada de pensar y calcular y evitar algunas conversaciones. Y como he vuelto después de semanas largas, simplemente hoy vengo a contaros algunas cosas que entre ellas no tienen coherencia, pero que son producidas por la misma persona: yo, así que, supongo, algo tendrán entre sí. (o no, qué más da).
Las amigas que tengo tienen raíces y en primavera son como flores.
Resurgir entre las cenizas es posible gracias a las amigas, claro que la pareja está y se quiere y te apoya, yo tengo mucha suerte en eso, porque mi pareja es mi mejor amigo, pero es que las amigas, qué bonitas son. Están ahí y te abrazan, y saben todos los monstruos que tienes bajo la cama y en el armario y entre las trenzas, pero siguen ahí y los ahuyentan e incluso los abrazan y los hacen más pequeños (con esto no quiero decir que tengan que aguantar algunas cosas inaguantables, pero ya me entendéis). El caso es que últimamente pienso mucho en las amigas que tengo y en que no son muchas, pero están enraizadas. Lo hablaba el otro día con alguien, no me acuerdo de quién (sí que me acuerdo pero me niego a decirlo, para darle más misterio y dejar esta frase que tan bien queda siempre), que me decía que estaba un poco obsesionada con tener cantidad de amigas, cuando lo que hay que buscar es la calidad. Y es cierto, tengo pocas amigas, pero joder, las que tengo valen oro, tienen todas el pecho lleno de talento y de un amor de diferentes colores, y eso es lo que vale. Me quieren, las quiero, nos podemos sentar en silencio a mirar la nada, podemos incluso quedar para leer, para ir a la feria del libro, para ir a desayunar, para emborracharnos, para bailar, para no hacerlo. Son las amigas que cualquier persona querría tener, y las tengo yo, son mías, solo mías, mi tesoro. La suerte que tengo es inmensa con ellas, está claro, pero a veces pienso que estoy sola porque nunca fui un fife e hice amigos en el fúrbo. Al final lo masculino es lo que predomina y lo masculino tiene muchos amigos, un grupo grande de los que fueron al fútbol o a cualquier deporte que duró años (el mío no pudo durar mucho bicos soy fémina, pero ese es otro tema que del cual terminaré hablando, seguro).
El caso es que no estamos solas, si tenemos una sola amiga, ya merece la pena el mundo. Si existen personas con las que canté Digimon cuando era pequeña, personas con las que comparto vino y libros, con las que poder hablar de poesía e historia, qué más da que sean pocas. Lo bonito es que todas echan raíces conmigo, y juntas somos el jardín que siempre quise tener.
Me gusta ser el tipo de persona que se lee la Divina Comedia de Dante a la vez que libros sobre amor y desamor y folleteo.
Pues eso, lo que al final pone en el título, poco más. Estoy cansada de que tengas que leer libros para cerebros gordos como si leer libros sobre folleteo no fuese para ese tipo de cerebros también. Estoy cansada de no poder decir: sí, me he leído Crepúsculo y me gustó. Sí, me he leído Romper el hielo y me gustó. Solo puedes decir que estás leyendo un ensayo sobre la fragilidad del sistema del subsistema de [inserte palabra impronunciable] y sonreír con superioridad. Lo siento si me gustan mucho las mariposas que revolotean en el estómago cada vez que el malote le dice a la nerd que le mola y que está enamorado. Perdona por ser una mala feminista que se lee todos los enemies to lovers, lo sé y lo siento, pero volverá a ocurrir. Dejen a la gente leer lo que le dé la gana, asumamos que Brandon Sanderson no es el objetivo a cumplir, dios nos libre de ello (dios es una mujer no tengo pruebas, como ninguno de vosotros, pero tampoco dudas, como sí todos vosotros).
Sobre neutralidades y la necesidad imperiosa de seguir con lo establecido, que, sorpresa, no es neutral y nunca lo fue.
BUENO, voy a hablar un poco de esto pecando de pesada porque ya he hablado un pelín de este tema en mi Instagram de libros (podéis hacer clic en esta frase tan larga que os llevará al sitio en el que hablo sobre libros tolrato). El caso es que he estado hablando mucho de esto últimamente, mucha gente de mi alrededor me ha dicho que ahora se politiza todo, que la política lo es todo, que antes no lo era, que antes podíamos hablar de más temas sin tener miedo a que saliese una persona (seguramente yo) de debajo de una piedra y gritara ¡política, política, eso es política! Y he estado pensando y es que eso es M E N T I R A, es una mentira como la copa de un pino. Además de que ahora la idea es despolitizarlo todo y así nos va, a las pruebas me remito cuando la gente dice que es apolítica y lo que le pasa es que no le gustan los partidos políticos, siendo dos cosas muy diferentes, porque hay gente muy política que no vota, muy política que no está dentro de un partido, etc, etc. Bueno, pues además de todo eso, es que antes las cosas no eran apolíticas, es que solo había una. Solo había una respuesta verdadera, una historia verdadera. Antes solo se escuchaba a hombres blancos cis heterosexuales, y ahora escuchamos a las mujeres gitanas, a las mujeres negras, a las mujeres trans, a las mujeres lesbianas, a los hombres gitanos, a los hombres musulmanes, a los hombres trans, a las bisexuales, a las personas no binarias, a las intersexuales. Ahora escuchamos y vemos otras realidades, y cuando esas realidades nos señalan con el dedo, y bien señalado, encima nos enfadamos y no respiramos (ojalá), en vez de callarnos, echarnos a un lado y asumir que lo personal es político, siempre lo ha sido y siempre lo será. Pensar que ahora politizamos todo es ser parte del problema y creer que antes no se politizaba nada. No existe la neutralidad, solo un discurso normalizado por los mismos de siempre, y que por suerte está empezando a romperse y tambalearse. Y en vez de verlo, de callar, de aprender, de acompañar, lo único que hacéis es quejaros, quejaros de que ahora todo está mal, de que ahora nada puede decirse o hacerse. PUES CLARO QUE NO JOSÉ ANTONIO, está bien que no puedas hacer lo que se te venga en gana, que antes de decir alguna barbaridad pienses antes, que alguien se levante de una mesa en un restaurante y te diga que te calles la puta boca. Está bien, porque la política ha sido siempre, ha existido siempre, solo que hemos estado normalizando lo genérico, es decir, lo que decían los blancos ricos hombres, pero ya nos hemos cansado.
Si crees que ahora se politiza todo y que no hay por qué, eres parte del problema, así que cállate, lee y quédate tú en las sombras, que nosotres estamos cansades de que no nos de la luz del sol.